Ya es
primavera aunque el tiempo no lo diga. Aún no se ven las lilas que bordean la
verja de la casa en la que pernocto, pero ya se ven que florecen las magnolias
del arbusto que hay en el jardín, así como los capullos del almendro que esta
por detrás de la casa. Todo esto forma un cuadro un tanto peculiar, que dice
que no parece la estación en la que acabamos de entrar, pero si lo intuye la
naturaleza. Para cuadros que nos alejan de pensar el frío que hace, podemos
adentrarnos en la casa jardín que he descrito.
Subiendo las
escaleras, en la segunda planta, girando a la izquierda y sumergiéndonos en la
salita donde convivimos a diario, en una pared nos sorprende un cuadro de
medidas un poco grandes, nos adentramos en otro paisaje más especial pues se
trata de donde se reflejan una arquitectura de casas, que no parecen de la
ciudad. Están todas unidas y aparentan estar al lado de una mezquita. Este
cuadro sí tiene un aire primaveral, pues tiene un cielo azul celeste y las casas
suben a la superficie con colores suaves como rosáceo y crudo con la cúpula de
la mezquita en azul celeste. Todo esto rodeado de un frondoso césped y unos
arbustos a lo lejos. Cuando nos sentamos en el sofá y nos recostamos, al
contemplar el paisaje nos lleva al exterior de una ciudad que no sabemos cuál
es, pero yo diría que estamos en el sur. Nos hace, además de sentir calor al
verlo, elevar a calores más de otra
época como es el verano.
Al mirarlo
me lleva a una ciudad como en la que estudié, con calor en el verano y frío en
invierno, y apetece dibujar paisajes infinitos. El cuadro es muy especial, pues llena toda la salita, por
la que entra toda la luz como en las fechas primaverales y veraniegas en lo que
más se codicia es salir del cuadro y de la casa y vivir con todo el esplendor
de las vacaciones. Además de adentrarnos en museos, que tantos tenemos, como en
la ciudad que estamos que es de una civilización más antigua árabe donde
tenemos paisajes, jardines con fuentes y lleno de colorido los jardines. Pero
llega la hora de despertarnos de esos imaginarios paisajes y civilizaciones, para
volver a la realidad de una pantalla y un teclado donde nos consuela al
pensarlo el cuadro en el que tantas veces me adentro y pienso cosas
imaginarias.
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