Había una vez un ser que se distanciaba un
poco de la atención de los demás. Creía en cosas que la demás gente no creía, o
no sabía, o no entraba en su entendimiento. Este ser, de pequeño parecía normal
siempre estaba haciendo juguetes, de plásticos, goma, alambres, latón y
materiales que conseguía de varias formas. La mayoría los encontraba tirados
inútiles en el suelo.
Cuando llegó a la adolescencia le
tendieron una trampa no supo cómo salir de ella, y su mente cambió. Se
comportaba de forma extraña: a veces tenía mal humor y no sabía o no le creían
cuando lo contaba; incomprendido por casi todos.
Llegó un tiempo que repasaba su pasado para
averiguar lo que le ocurría, pues la gente le hacía sufrir, se trataba de
bromas, o palabras dichas que los demás aprovechaban para traicionarle.
Un día descubrió otras formas de hacer
otras cosas medio bien, hasta que llegaron los años, y pensó que tenía que
cambiar el ritmo de la vida, porque se mermaron un poco sus sentidos. Y de nuevo tendría que pensar que
haría de ahora en adelante…su pulso ya temblaba, su vista era pésima, incluso
su pensamiento y memoria no eran tan agudos, y no tenía tanta energía física.
Lo que no cambió todavía es el trato de la gente…pensó en aislarse de ella, aunque
hacía cosas que todavía podía hacer.
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